La Real Academia Sueca de las Ciencias ha decidido conceder el Premio Banco de Suecia de Ciencias Económicas en Memoria de Alfred Nobel a la tecnología sanitaria 1997, al profesor Robert C. Merton, de la Universidad de Harvard, y al profesor Myron S. Scholes, de la Universidad de Stanford, conjuntamente. El premio se concedió por un nuevo método para determinar el valor de los derivados.
Esto parece un logro insignificante, pero no lo es. Toca el corazón mismo de la ciencia económica: el concepto de riesgo. El riesgo refleja el efecto sobre el valor de un activo cuando existe la opción de cambiarlo (el valor) en el futuro.
Podemos hablar de un activo físico o de un activo no tangible, como un contrato entre dos partes. Un activo también es una inversión, una póliza de seguro, una garantía bancaria y cualquier otra forma de pasivo contingente, sea o no corporativo.
El propio Scholes dijo que su fórmula sirve para cualquier situación que implique un contrato cuyo valor dependa del valor futuro (incierto) de un activo.
La disciplina de la gestión del riesgo es relativamente antigua. Hace ya 200 años, los hogares y las empresas podían sufragar su riesgo y mantener un nivel de riesgo aceptable para ellos redistribuyendo los riesgos hacia otros agentes que estuvieran dispuestos y fueran capaces de asumirlos. En los mercados financieros esto se hace mediante el uso de valores derivados opciones, futuros y otros. Los futuros y los forwards cubren los riesgos futuros (potenciales – todos los riesgos son potenciales). Se trata de contratos que prometen una entrega futura de un determinado artículo a un precio determinado a más tardar en una fecha determinada. Las empresas pueden así vender por adelantado su producción futura (productos agrícolas, minerales) en el mercado de futuros específico de sus mercancías. El riesgo de los movimientos de los precios futuros se reasigna, de este modo, del productor o fabricante al comprador del contrato. Las opciones están diseñadas para cubrir los riesgos unilaterales; representan el derecho, pero no la obligación, de comprar o vender algo a un precio predeterminado en el futuro. Un importador que tiene que hacer un gran pago en una moneda extranjera puede sufrir grandes pérdidas debido a una futura depreciación de su moneda nacional. Puede evitar estas pérdidas comprando opciones de compra de la moneda extranjera en el mercado de opciones sobre divisas (y, obviamente, pagando el precio correcto por ellas).
Fischer Black, Robert Merton y Myron Scholes desarrollaron un método para valorar correctamente los derivados. Sus trabajos de principios de los años 70 propusieron una solución a un problema crucial de la teoría de la financiación: cuál es la mejor manera (=precio correcto o mínimo) de tratar el riesgo financiero. Esta solución fue la que propició el rápido crecimiento de los mercados de derivados en las dos últimas décadas. Fischer Black falleció en agosto de 1995, con poco más de cincuenta años. Si hubiera vivido más tiempo, sin duda habría compartido el Premio Nobel.
Black, Merton y Scholes pueden aplicarse a una serie de contratos y decisiones económicas que pueden interpretarse como opciones. Cualquier inversión puede ofrecer oportunidades (opciones) para expandirse a nuevos mercados en el futuro. Su metodología puede utilizarse para valorar cosas tan diversas como las inversiones, las pólizas de seguro y las garantías.
Valoración de las opciones financieras
Uno de los primeros esfuerzos por determinar el valor de las opciones sobre acciones lo realizó Louis Bachelier en su tesis doctoral en la Sorbona en 1900. Su fórmula se basaba en supuestos poco realistas, como un tipo de interés cero y precios de las acciones negativos.
Sin embargo, estudiosos como Case Sprenkle, James Boness y Paul Samuelson utilizaron su fórmula. Introdujeron varios supuestos ahora universalmente aceptados: que los precios de las acciones se distribuyen normalmente (lo que garantiza que los precios de las acciones son positivos), un tipo de interés no nulo (negativo o positivo), la aversión al riesgo de los inversores, la existencia de una prima de riesgo (además del tipo de interés sin riesgo). En 1964, Boness propuso una fórmula muy similar a la de Black-Scholes. Sin embargo, seguía incorporando una compensación por el riesgo asociado a una acción a través de un tipo de interés desconocido.
Antes de 1973, se descontaba (se capitalizaba) el valor esperado de una opción sobre acciones al vencimiento. Utilizaban primas de riesgo arbitrarias en el proceso de descuento. La prima de riesgo representaba la volatilidad de la acción subyacente.
En otras palabras, representaba las posibilidades de encontrar el precio de la acción dentro de un rango determinado de precios al vencimiento. No representaba la aversión al riesgo de los inversores, algo imposible de observar en la realidad.
La fórmula de Black y Scholes
La revolución que supusieron Merton, Black y Scholes fue reconocer que no es necesario utilizar ninguna prima de riesgo a la hora de valorar una opción porque ya está incluida en el precio de la acción. En 1973, Fischer Black y Myron S. Scholes publicaron la famosa fórmula de Black y Scholes para la valoración de las opciones. Merton la amplió en 1973.
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